miércoles, 25 de junio de 2025

Ella

Ella fue en el diminuto instante compartido mi vida y mi muerte.
La melodía de su voz,  la música de sus labios, la majestad de su cuerpo,  la gracia de su andar, y su exquisita forma de amarme. 
Ella fue sol y fue luna.
Mágica en todo instante. 
El amanecer de sus ojos verdes pudieron atravesar el páramo yerno de mi existencia. 
La eternidad milenaria de sus palabras llenas de fe, podia envolver mis creencias y guardarlas en un cofre de oro. 
Su maravillosa plegaria se clavaba en mi corazón, así como los rayos del astro en el desierto. 
Ella, inmaculada alma, que añoro día a día y que extraño cada noche como el cielo extraña las estrellas las noches de luna llena.
Esa mujer, delicada, sutil como una brisa y grandiosa como la eternidad. 
Que bien le haría a este hombre, cuyo dolor en ciernes procura esclavizar.
Procuro que se eternise mi sueño y engañar a las agujas del reloj, para calmar así la ansiedad de su ausencia.