Sábado

Así pasan los días
con esta Pasmosa arrogancia.

Derraman en esa herida
la sal que quema, que hace llaga.

La tarde está en silencio
el frío de una lágrima acusa.

La noche está tan lejos
pero llegará, como cada día.

Blanca piel

En tu espalda deje mis besos
y todas mis caricias.

Tu,
brillas como ese sol
que se asoma al alba,
que nos despierta
y nos regala la vida.

El delicado azar
que te trajo a mi camino
se pinta en los días, 

como el amarillo y rojo en las hojas de los árboles 

de este otoño hermoso, 

que copia tu belleza.

Reinas sin corona aparente 

pero de ti brota la flama del amor 

que todos pretenden.

Vuelves a tu hogar

Tiene tu nombre, tu voz y tu cara, 

ese ángel que dibuja las nubes en el cielo.

Se contagia de mi tu pensamiento, 

en los verdes e interminables paisajes 

que a tu merced se posan.

El oscuro azabache de las praderas 

que tocan el infinito paraíso, 

te envuelve y hace soñar, 

y te acerca a tu destino más y más.

Dejas el oeste atrás, 

en el sinuoso camino, 

que tranquilo arrebata esas tus horas, 

que no serán jamás de nadie.

Ves por la ventana 

como el destino se acerca a tus pies, 

y te condena a la soledad que buscabas

desde el momento aquel.

Todo es para siempre

¿Que mas pueden reprocharme?
 si ya todo lo perdí.

Si el veneno de las letras, me golpea incesante

como el viento frió en las altas montañas

despiadado, procurando herir y helar el alma.

Noches solitarias, envuelto en un abrigo frio

que cobija la ausecia de vida, que camina sin rumbo

como esa estrella que cae en ninguna parte

en una noche cualquiera, de esas que vez hacia el cielo.

Si en esa memoria, fuese fugas el dolor

como toda la historia que procure para hacer feliz

quizá el barco no hubiera alejado a nadie

como ese alguien que partió para jamas.

Mi desventura pesara dentro de mi

como el recuerdo de un hijo que se perdió

que ya no brilla en tus ojos, que el mundo arrebato

y el calor de sus manos
ya no llegara a tomar las tuyas en ese, tu ultimo aliento.

Bajo la lluvia

Hoy, las gotas de lluvia caían sobre mi pelo.
El viento peino los árboles con su atropellado y frenético suspiro.

Sobre su cara de amapola, la lluvia adornó sus mejillas con sus perlas.
Su voz de niña clama mis besos de padre.
Su risa, se clava en mi pecho como golondrinas en el cielo eterno y primaveral.
Sus manos como azucenas, buscan las mías, así como el brote busca la luz del Sol.
Suave inocencia sus diecisiete, que añoran los abrazos que nunca jamás pude darle.
La seda juvenil de su pelo,
huele a flores recién puestas en un jarrón, que deleita mi hogar.

Tras de tí

Atonte mi camino siendo sirviente, olvide mi destino así.
Descolgando del cielo los astros para adornar tu cuerpo,
así como las flores silvestres adornan los valles.

Me mintió la noche

Llego colgada en un estrella la noche,
que se poso en tu ombligo
y dejo que mis labios saborearan
los enmarañados deseos de tu piel.

Se derramara dentro de ti mi cielo
que augure desde niño para un  ángel
le pondré alas a tus sueños
y con mis manos construiré un paraíso para ti.

Cuando el sol llegue a ese horizonte
mis besos cubrirán tu cuerpo
así, como el sol del verano besa tu piel
o la frescura del viento llega al exuberante jardín.

Sera luna, luna en tus pupilas la noche
que en dulces gemidos mi nombre dirás
en el refugio mismo de tus sentidos
esperara la aurora tu despertar.

Me mintió la noche al acusarme
cuando al oído dijo, no es real
se burlo en el canto de tantos grillos
que en tu jardín secreto he de buscar.

Rue Daubenton y de la Clef

El bullicio se asoma desde afuera, 

la ventana está pálida sobre el tul.

La voz del viento 

que recorre las calles estrechas de París, 

parece perfumar la ciudad 

con la frescura de esta primavera.

Que lejos quedo el hogar de mi infancia, 

en este Elíseo que soñé desde siempre.

Desde lo alto, 

veo esa carpa verde y frondosa 

que cae sobre el patio 

y se apoya en las rejas exquisitas, 

los balcones llenos de geranios multicolor, 

avisan las primeras olas de calor. 

La hiedra que trepa los muros, 

simulando buscar el cielo, 

se acerca a mis manos, 

queriendo invitarme en su travesía.

La cuarta puerta 

hecha de madera antigua desde le Clef

me abrigara esta noche, 

y esas blancas sabanas sobre mi piel, 

saben frías. como una comida sin sal.

Las calles que otrora imagine distintas 

se me presentan familiares, 

como en mi antiguo Montevideo,

y este pequeño bar a la vuelta de la esquina, 

deja escapar los sonidos inconfundibles 

del violín y el bandoneón 

que suenan sin pausa, en una mezcla del ayer y el hoy.

Siéntete Noche

Una pandereta y una rosa roja
tus manos, blanca luna
tus dedos, tallos perfectos
como rayos del cielo.

Quien no augura perfección, te halla
como bocanada de aire, que da vida
como un paso tras otro el camino
dentro de tu risa, cabe el universo.

Tan simple, hoja al viento que caes
brisa arrogante, te envuelve en las redes
remolino cruel te funde en el caos
y cual corazón te despedazas.

Mañana será el día del ayer
que traza el horizonte del mirar
y cual frontera, se llevara el ocaso
que amalgamo el ser, en ese edén.