Tiene tu nombre, tu voz y tu cara,
ese ángel que dibuja las nubes en el cielo.
Se contagia de mi tu pensamiento,
en los verdes e interminables paisajes
que a tu merced se posan.
El oscuro azabache de las praderas
que tocan el infinito paraíso,
te envuelve y hace soñar,
y te acerca a tu destino más y más.
Dejas el oeste atrás,
en el sinuoso camino,
que tranquilo arrebata esas tus horas,
que no serán jamás de nadie.
Ves por la ventana
como el destino se acerca a tus pies,
y te condena a la soledad que buscabas
desde el momento aquel.
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