en su delicadeza, su blancura.
Imaginaba tus labios rompiendo el silencio de la mañana en su cara
y moría por ver ese espectáculo,
sería como ver el crepúsculo adormecido
aun acariciando la pureza perfecta de la noche estrellada.
Late mi corazón con extraño palpitar,
como que las estrellas hayan anidado en mi pecho
y exclamaran con su incesante tintineo querer volar hacia ti.