viernes, 12 de marzo de 2021

Una mañana cualquiera

La luz del sol, se derrama en tu rostro y toma vida.
Con tacto imperceptible te acaricia lujurioso.
Desde tus parpados casi cerrados que apenas despietan baja hasta tu cuello.
Salvaje tus prendas de noche caen a tus pies, como los pétalos de la flor.
Brilla más aun el astro, que forcejea con esas delicadas cortinas blancas que visten tu ventana.
Pareces deslizarte por el bosque de roble que viste el piso de tu alcoba.
Te dirijes suave, hacia la catarata tibia de tu ducha, pero el no te abandona, y se prende a tu cintura como lo hace la hiedra a la pared.
Caminas desnuda, dándole la espalda mientras el te observa con su tibieza, pero tu cortas su dulce lujuria arrancando su eterno calor de tu cuerpo, cerrando la puerta tras de ti.

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