Muerde la incertidumbre
a las horas que la mano del tiempo
a regado cuál semillas en un plantío.
Se despertó ese sol de tu recuerdo,
y encandilado mi corazón de ti,
palpita
y corre colina abajo, como los niños en el parque.
Callé está mañana el grito de tu nombre,
y como animal herido en las fauces abiertas
de la bestia hambrienta que le dará muerte
sucumbí ante el irreversible sentimiento del final.
El último aliento que me queda
se sacude en mi interior,
y desbocado,
parte hacia el lugar del cual se le reclama
con el llamado inconfundible del clarinete
que hace saltar de la cama,
que anuncia el ataque de guerra,
que grita retirada y que llora en despedida
del hombre que heroicamente murió en la batalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario