Enciendes un cigarro después del amor.
Descubres tu juventud,
con esa frescura
así como los días de verano
nos regalan la risa.
Eres inquietante noche.
La luz del cigarro
ilumina con pálida paciencia
el encanto soñado de tus deliciosos senos,
y el humo del cigarrillo que dibuja siluetas de fantasía,
sube hasta perderse en la oscuridad.
Brilla naranja
sobre las pálidas sábanas de esta húmeda habitación sin alma
ese vicio que besa tu boca con arrolladora pasión
y revela en tus labios la sonrisa efímera,
que se pierde de tanto en tanto cuando humo cesa.
Acaricias el tatuaje de mi antebrazo,
lo besas, y preguntas quien es ella,
quien es esa que se robó tu corazón,
que no te permite estar aquí y ahora,
que te aleja de mis brazos
y te obliga a sucumbir ante su recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario