En medio de un desierto de arenas rojas,
donde tus pies se deslizan hacia mí.
Tu vestido blanco
Tu vestido blanco
que vuelva en la brevedad de la brisa
y sacude el perfume inconfundible de tu piel.
Que miel me regaló el Olimpo
que el sabor enajenado de vergüenzas
y sacude el perfume inconfundible de tu piel.
Que miel me regaló el Olimpo
que el sabor enajenado de vergüenzas
no pude disfrutar.
Que locura perderte y dolor
Los sonidos que quedaron entre muros
Que locura perderte y dolor
Los sonidos que quedaron entre muros
que deambulando hoy
padezco en místico y real dolor.
Me embruja la dicha perfidica
Me embruja la dicha perfidica
de los errores que suenan como tambores de guerra,
y que nunca cesarán,
aunque el infierno se congele
o mi alma se consuma esperándote.
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