Derribó
el imaginario susurro de tu voz
la colosal
y majestuosa montaña.
Se permitió la imaginación,
perderse en tus brazos.
Pude así nuevamente,
acariciarte dormida
oler tu piel, besar tus pies
y dejarme llevar
por el morboso impulso de poseerte
y alejarme después por el miedo al rechazo.
Hoy, como lo escribí antes
los jazmines, ya no tienen aroma a jazmín
las mañanas no son lo mismo sin ti
y los ecos de las conversaciones
siguen sin cesar dando vueltas
en la sombra difusa
de aquel mágico bosque que inventamos.
Eres, al igual que ayer
inspiración que sobrepasa mi mente
en pasados muy, muy lejanos
y porvenires demasiado adelante en el tiempo.
Pasare mi vida entera,
o lo que quede de ella, hablando de ti
describiré hoja tras hoja
tu sentir, tu amor, tu todo
y lo afortunado que es el mundo
porque tu caminas en el.
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