En el clamor del espíritu,
ese que nos dicta el camino,
hallé la flor,
la que no tiene nombre.
Chocan las palabras entre sí,
como en el confín de la tierra
el viento helado y la escarcha
golpea la muralla que nos tiene atrapado.
Es basto el sentir dentro de esa maraña
que ah acaecido sobre la humanidad como un rayo,
y fue vil el miedo del hombre que inventó la palabra
para desviarnos de nuestro destino.
Fugaz en el tiempo que se deja arrastrar
como el ancla en el fondo del mar,
sin un seguro fin, hasta que la roca de la fe,
le indica el camino a seguir.
Así entre bruma y ruido
entre lluvias y tormentas,
aquí se unirá la pasión con la tregua
que deleitó los sentidos.
Hoy mar en calma, se divisa tras la niebla
la ruta que nos encontró,
y deja ver en el horizonte,las primeras luces del fin
que hoy,
atosigado de vivencias, transmuto en lo que somos
y culpables o inocentes, nos elevara
hasta que nuestro recuerdo
brille como una estrella.
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