sábado, 26 de noviembre de 2016

Cobijo del alma

Si el cobijo del alma esta solo en el cuerpo
la miserable vida no valdría de nada ser vivida.

En la cascada del corazón que deja su huella
se remojara el beso tibio en el solitario crepúsculo.

Hoy, nota tras nota, cae a los pies de esa tumba, el amor,
que condicionado late en agonía en esa doncella de hierro.

El angosto camino de las caricias que se suceden constantemente
soslayan sin temor, todos los sueños que oculta la gracia.

Quítame la vida silencio, mátame, que el sol se oculta sin mis besos
que la luna sale con su enigmática luz que da pena y llora.

Alcánzame arcoíris brillante, tu que eres perenne en el tiempo
siente la voz del firmamento que suplica que no le abandones.

Desterraran las monarcas en su vuelo las primaveras de ayer
en la incansable ruta del destino que murmurara el fin del camino.

Alto en la montaña y con las manos heladas, entregare la flor
que cabizbajo y en soledad cultive en algún rincón del alma.

y allá en el paraje dulce de tu refugio, dejare la vida, moriré
creyendo que como dios al hombre, estire mis manos para tocarte.








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