miércoles, 14 de diciembre de 2016

Una mañana en Cadaquez

El trampolín que entrega al mar
las pequeñas embarcaciones 
como si estás fuesen novias en un altar
hoy yace en silencio.

Se oye algún trino de gaviota
que se entrevera en el muelle.

En su vuelo, a lo alto alguna nube amante
besa suavemente al cielo.
Es este pequeño muelle
todo el universo.

El pequeño sitio que albergo artistas
despierta poco a poco a la mañana perezosa.
El aroma a pan recién horneado
se cuela en el aire sin permiso.

Mis labios degustan los higos
de una de las pequeñas huertas
su exquisito, fresco y dulce sabor
me llevan a casa, pero no quiero irme.

El antiguo hostal a mi lado
deja escapar a turistas y curiosos
que se arremeten hacia las calles vacías
en busca de aventuras que escribirán mañana.

El sol naranja de oriente se posa en el cielo
como una pintura enorme sobre el mar
y regala su oropel que resplandece
como toda una joya  es este pequeño pueblo.

Transcurren en calma los momentos
que recordare por siempre en ese pueblo
se alejan despacio las olas sin prisa
dejando que llene mi alma con su brisa.

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