lunes, 27 de febrero de 2017

Cielo naranja

Son las dos de la mañana
Se levantó un viento apresurado que desparrama varias cosas en el patio del fondo de casa.
Unas sillas corrieron apresuradas empujadas por el vendaval que las arrastro hasta donde comienza el césped.
La ropa que había colgado, se sacude en la cuerda y se asemejaba a las banderas en el mástil de un barco cuando llega a puerto.

El cielo cargado de nubes se puso en gran parte naranja, reflejando las luces de la ruta que cruza mi ciudad.
Cantan los grillos, a lo lejos corean los truenos que llegan desde el río de la plata.

Quiero estar quieto para detallar el momento, pero los mosquitos muertos de hambre zumbando y zumbando, no me dejan en paz.

Se detuvo el viento, algunos perros, le responden al tronar del cielo.

Como de una escalera gigantesca, las nubes van bajando con prisa y se amontonan sobre mi.

Ya acomode todo,  entre picaduras, letras y viento,  ahora sólo espero que  comience a llover.

El azul eléctrico se viene haciendo notar,
abriendo pasó entre nubarrones de colores.

La danza mueve a los agitados residentes del jardín, que durante el día acogen toda clase de pájaros y me dan sombra.

Un jazmín brilla en su verde planta, como lo hace la Luna en el cielo.
El aroma a tierra mojada invade el ambiente, Yo, ya debería entrar, la lluvia comenzó y desprende los aromas de los árboles que también festejan este aguacero.

Entró a casa, con mi piel empapada.
Afuera queda la lluvia, y algún pájaro que canta extrañamente.

Este verano atípico que me tocó vivir, late como las estrellas que han quedado cubiertas está noche con este cielo naranja.

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