En ese sudario de algodón húmedo
que cubre tu frágil, y pálido cuerpo,
se dibuja tu femenina figura,
y al igual que lápiz del artista,
trazo con mis manos en tu piel, esa silueta
la cual, envidian las estrellas.
Caes en mis brazos moribunda,
en el hechizo de mis besos,
dejas salir a esa dama que hay dentro de ti
y te transformas en bestia para mi.
Levanto la mirada,
y al verte brillar sobre mi,
parece que ruego al cielo,
todo parece un sueño, un bello sueño.
El agua saladas de tu cuerpo moja tu pelo,
y cae en mi pecho,
se escurre sobre mi
se escurre sobre mi
también inunda mi lecho
como lo hace el acuoso roció, sobre las flores en la noche.
Bendices el amor, desde el paraíso dentro de ti
con esa lluvia intensa de tu vientre
que cae tibia y suavemente en mi cuerpo
mientras tu piel, se eriza en gemidos, besos y suspiros.
Le regalas a la noche, el hipnótico sabor de la fantasía
que se pierde en desvelos, cada una de las madrugadas que te pienso
y juegas con el azar, como un niño en la arena del mar
sin imaginar, que ese castillo que te espera, se derrumba.
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