domingo, 12 de febrero de 2017

Invernal verano

Verano,...enero.

Tarde en la noche,
el viento sopla
llueve
hace frío, y escarcha el alma.

Un impuso de desesperación
me tira fuera de la casa, 
donde casi me ahogaba en su recuerdo
donde su eco resuena, donde no la tengo.

Tarde en la noche,
Llueve a jarros como si nunca,
se que no está, 
pero le quiero encontrar, en ese camino, 
mientras tanto, sigo sus pasos perdidos.

La lluvia arremete de uno y otro lado.
La moribunda avenida
parece llegar hasta el fin del mundo.
Camino sin fuerzas bajo el torrencial aguacero.

A unos metros una garita, 
donde un pobre perro, tembloroso y decrépito 
intenta encontrar calor arropándose en si mismo, 
el viento sacude su sucio y largo pelaje
y un gemido de dolor, lucha contra el inclemente.

También tiemblo, 
los dientes, me suenan como castañuelas.
Hacia donde voy... me pregunto
unos pasos más, la lluvia se torna salada
es mi corazón.

Estoy helado, 
el viento empuja más y más 
hasta que las copas de los árboles, parecen barrer el suelo 
que ahora brilla cual diamante.
La soledad me acompaña también en está triste escena, 
parece un escribiente que lo tiene que anotar todo.

De pronto la oscuridad me envuelve
como si en un túnel hubiese entrado, sin dar paso alguno
busco orientarme y me veo dentro de mi
mudo de palabras.

Al igual que ese desgraciado animal, me arropo en mi
busco en ese limbo la lánguida luz al final del camino
pero solo hallé mis pasos, los que vuelvo a pisar
para volver al punto de partida.




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