jueves, 23 de febrero de 2017

Frente al mar

El día, se desangro lentamente sobre mi.

El puñal se clavo en su amanecido crepúsculo
cuando mi vigilia se apresuro en su sonrisa
y el eterno sol, se despedía del África
regalando sus ultimas caricias al impredecible
océano atlántico, que es lleno en calma y locura.

Trazan en ese mar sus sueños los marineros
que recorren los eternos cielos nocturnos
que despilfarran belleza para el soñador
que deambula en su inmensidad azarosa
que llena los corazones brocados de amores
y que mengua la suerte en cada montaña de agua.

Dichosos sus ojos de jugosas pupilas
cuando a la distancia se ve la maravillosa tierra,
palpitan sin disimular su alegría los corazones
que en aventuras se afanan sin tener ideas de destinos
mientras en el hogar, sueñan los niños con sus padres
que a lejanos confines se aventuran en pos de su sustento.

En sus sinuosos vaivenes flotan esas pequeñas ciudades
no tan lejos, no tan cerca... de este muelle
se disfrazan de luciérnagas en la noche
y llenan de admiración durante el día.

El velado cielo las descubre, las vigila
desde el muelle en la silenciosa y deslumbrante noche se dejan ver,
sentado cuelgo los pies que apenas se hunden en simulado cielo
al tiempo que algunas olas murmuran rompiéndose
en la extensa escollera de granito rojo que circunda esta ciudad.








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