miércoles, 1 de febrero de 2017

Llueve...que mágico verano

Pasado el medio día, el calor es agobiante
empero, la tormenta que llega desde el sur
esta casi sobre mi cabeza
y los pequeños nubarrones que corren libremente
parecen  mensajeros, enviados por ella anunciando lluvia.

Mi cuerpo escurre agua, que calor
me dispongo a la ducha, y en mi mente
se suceden las historias de algún aventurero
que cruzo el mar, y me adentro en las riberas
de sus desafíos y sus miles de hazañas.

Las primeras gotas de agua son enormes
y golpean contra algún cacharro simulando un tambor
mientras la mágica música ancestral se adueña
parece que estoy bajo la mar
y observo como  rompen las gotas de agua
en la banderola, como que fuese la superficie marina.

Otra vez lluvia, que mágico verano
la multitud enfurecida que cae sobre la tierra
sobre las plantas, sobre la casa, sobre todo
se agolpa en algún desagüe cubierto por hojas
las gotas de agua se unen y caen desde lo alto del pretil
fingiendo con brutal arrogancia, ser cascada.

El verde prado parece una pintura
nada se mueve, todo se mantiene en quietud absoluta
como aguardando al artista con su atril
que dejara en el lienzo, su figura magnética y perfecta
que desafía épocas de ayer y mañanas
cuando sus tonos seduzcan al publico curioso.

El silencio sigue, corre en el reloj como un rió
se pierde en la tarde pasmosa y solitaria
como esas aguas del rio en el atlántico sur
se funde la sal del mar y la dulzura del antiguo celaje
serán eternos apasionados, que se unirán cada tanto
en la desembocadura del Río de la Plata.








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