De la felicidad que estaba dormida
y que ahora tomó asiento
en las apretadas siluetas de madera
de las sillas que se acarician
y que desbordan el lugar
y que desbordan el lugar
trayendo risas abrazos y porque no
miles de besos en caras exquisitas.
El humo que bruma desde el afuera
el brindis recordado del ayer y el mañana
los olores y sabores que despiertan apetitos
las amistades, las tertulias sin fogón
los encuentros y desencuentros
todo eso en este bello sitio,
que es como nuestra casa.
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