La casa guarda silencio
la dulce noche me regala cierta paz.
En mi habitación se cuela un reflejo
que viene del cielo, la luna apareció.
Las cortinas blancas flotan
por el estival que aun da vueltas por aquí.
Suena una canción, recuerdas, dice...
me acuesto sobre el acolchado floreado.
Miro lo que puedo ver del techo
con la luz apagada, pero el dormitorio
se ilumina suavemente por la luz del pasillo
que entra en puntillas sin interrumpir.
Respiro y me digo, dormiré o no
se que aunque me obligue a hacerlo
sera imposible.
La música del órgano congela lo que resta de madrugada
mientras la luna no entiende nada de mi
y se aleja ociosa
indiferente a este hombre que tanto le escribe.
Tengo hambre de ti
tanta que duele y moja
si pudiera amarte como en mis sueños,
eso me salvaría justamente ahora.
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