sábado, 25 de marzo de 2017

Al atardecer

Las antiguas y empedradas calles 
de la vieja ciudad, me observan caminar ahora, 
así veo y puedo apreciar mejor,
como la escollera 
es besada despiadadamente por este Río de la Plata.

El sol parece caer sobre el horizonte y lo baña de oro
las gaviotas danzan esa mágica brisa del atardecer
las embarcaciones lentamente van volviendo
un barco enorme que sale del puerto, suena su sirena.

Las primeras estrellas, comienzan a mirarse en el basto mar
la oscuridad, disfraza a los amantes que se toman de la mano
despojando miedos, tras el manto impresionante de la noche
que con paso ligero, cual farolero, enciende las luces de la ciudad.

La roja piedra que hace de banco, aun sigue tibia
por el calor del sol que envolvió la ciudad desde la alborada
y me regala tibieza al tiempo que el viento me golpea
y las olas lloran saladas lagrimas sobre mi.

Los pescadores se esfuerzan, para lanzar mas lejos los anzuelos
el viento travieso, parece devolverles con fuerza las carnadas y rie
algunos el mate, otros la radio, 
yo, observo
como parte otro día, 
quisiera repetir algúna otra vez aquellas noches de pesca.



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