Domingo al medio día.
En mi desnudez, y en la solitaria paz de la casa,
camino sin pensar.
Camino...cruzo frente al espejo alto que hice para ti,
con un rudimentario, pero evidente etilo oriental.
Paso frente a el, y me miro a la cara,
el tiempo no pasa me digo,
somos quienes pasamos sin darnos cuenta ante el.
Llego hasta a la habitación,
entro, me dirijo hacia la ventana
entro, me dirijo hacia la ventana
corro la cortina, apoyo mis manos en su base
bajo mi cabeza, y respiro profundo.
Contemplo...
El verde...
arboles y arbustos, danzan suavemente.
El sol los ilumina, mientras ellos danzan.
Un gato intruso que camina por el verde césped,
se va saboreando
parece buscar o haber visto algún ratón, se agazapa.
Una mariposa blanca revolotea,
como el niño que juega solo
como el niño que juega solo
sube y baja jugando a merced del viento o a placer
sera una señal,
sera el alma de la que se poso en tu mano.
Mas atrás, a unos cuantos metros
una paloma gris picotea insectos.
El anacahuita de casa y el olivo del vecino
parecen empujarse todo el tiempo
por ver quien gana algo de territorio
pero cuando el viento calla
los dos siguen en el mismo sitio
parece ser cosas de arboles.
El helecho vibra al son de todo el espectáculo
que también me asombra y te llama
pero el, a la sombra fresca del pino
ese mismo que ayer, nos baño de frescura en el desayuno.
El hermoso cielo azul sonríe, viendo esta armónica escena
igual que sonrió cuando recuerdo las mias.
Me aparto de todo esto con una sonrisa y te pienso
cuanto te gustaba este parque hoy solitario.
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