Si me queme en las noches heladas de soledad,
fue sólo por ti.
Si entendí que cielo era para los dos,
fue sólo por ti.
Vague y vague en la lobreguez,
eternamente, eternamente, sin fin,
hasta que vi la luz,
tan sólo por ti.
Conté en el cielo cada una de las nubes
que sobre mi cruzaban,
tan sólo, esperando por ti.
Sólo esperando por ti.
Cuanto amaran esas blancas esponjas a ese sol,
que aunque con su aparición ellas, se evaporen, casi para siempre,
vuelan igualmente presurosas hacia el este a su segura muerte.
Así es el amor, o el desamor,
da la misma vida que quita y quita la misma vida qué da.
Es como la vida misma, como la misma muerte...
Es como la vida misma, como la misma muerte...
Pero para ser, simplemente debe ser, nada más que eso, y nada menos.
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