miércoles, 18 de enero de 2017

El rincón

Mi canina compañera y yo 

Sentados en el pequeño patio,  frente de la casa
sus pisos verdes, viejos 
de paredes blancas y terracota, 
que oculta en un pausado secreto
un pequeño jardín original de ladrillos 
disimulado en el rincón, en el cual 
el helecho es Rey 
y Reina la buganvilia 
que llega al cielo 
con sus enormes hojas verdes, flores fucsia
 y elegante tronco altanero, 
guardando en su deleite, miles de espinas.

Mi canina compañera y yo.

Se desarma ella placida en esa silla de playa
que hace un año
 toco las costas arenosas del Río de la Plata 
en la cual reposaba la mujer mas hermosa.

Aquí 

mientras el ébano infinito se deja ver
y sus estrellas hacen de gendarmes
y nos acarician suavemente con su tenue luz
dibujando guiños en inmenso infinito,
guardo silencio...un silencio fugaz y eterno.

El pequeño farol que yace sobre mi cabeza
le da cobijo a miles de insectos que buscan 
un apareo que mata, en esa fiesta callada.
La celosa oscuridad que se oculta en el pasillo
también los cobija de muerte haciéndoles perder el rumbo.
Una leve brisa, hace rodar el lápiz, 
que descansa sobre el cuaderno que le sigue la corriente al viento 
mientras este lo hace bailar sacudiendo las hojas llenas de emociones.
Los motores en la calle no dejan de aturdir
ese ruido crispa y acomete los sentidos.
Mi alma callada
guarda silencio.
El alquitrán estelar retumba de lejanías
el recuerdo azota y se hace presente
estas estrellas ayer fueron tuyas y mias
como lo son hoy las arrugas en mi frente.




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