Quizá reina mía, procure demasiado salvar tu majestad y erre
como erra cualquiera que ama, mas aun, si ama.
Quizá si hubiera visto que eras igual que yo de carne y hueso
tal vez no hubiera procurado la reverencia a ti.
Quizá si, en mi incontrolable deseo de amor dejaba de soñar
y entendiera que no eras del Monte Olimpo, que eres solo una mujer.
Pero eso no puede ser así, eres una Diosa y lo se
porque he visto al cielo inclinarse ante ti, en reverencia.
Porque vi al sol calentar los mares
para que tu baño sea de agua tibia.
Porque tu presencia Majestuosa
arranca lagrimas del corazón.
Porque fui capaz de poner
el mundo a tus pies sin que lo pidas.
Porque cuando llegas vuelvo
de mi muerte a nacer.
Amo a una Diosa, que no puedo divisar
que se fue a su mundo en otro mundo.
Se que tus pasos no tocaban mi tierra
que tu voz es de otros cielos
esa tu piel, el abrazo del mundo
y tus ojos todo el amor...
Mi Diosa, mi Reina, mi Amor
eres la montaña que se eleva al cielo
que cae penitente ante ti,
eres, el relato perfecto de mi poesía.
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