La brisa de la media mañana
se cuela sin sigilo por toda la casa
en este sábado de enero
"remolino de sensaciones".
Las cortinas, que por momentos
muestran un porte serio y discreto
son arrancadas de su quietud
por el viento descarado que nos invadió,
las envuelve en un velo invisible y sensual
bailando y bailado
mientras dura esa pieza
"brisa"
y dejando de cumplir su rol que es
el de mantener oscuro, cada rincón.
El frescor del interior del hogar
se ve en parte interrumpido
cuando el serifio estival, empuja hacia el salón
los fuertes latidos del sol
que llegan hasta nosotros
cual suspiro
dando vida a pequeños adornos
que no fueron invitados al baile
moviendolos a su antojo,
pero delicadamente a cada uno de ellos,
cerrando unas puertas, abriendo otras
despertando los espacios, que se mantenían callados por trasnochar.
Mientras el precario momento, se disipa en el tiempo
me doy el lujo de disfrutarlo.
Que cante la mañana
que escapara para siempre
de el resto de mi vida
que deje en mi al menos,
el sedoso alago, del viento en la piel.
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