Caminaba sin prestar atención al momento, simplemente caminaba.
Subí uno a uno los escalones que habían delante de mi, escalones que parecían los años que viví.
Una amapola blanca como nieve llamo mi atención en el escalón cuarenta y tantos una amapola blanca como nieve.
Me acerqué a ese tiempo para verle de cerca y estando a unos pasos se transformó en niña. Estalla el corazón en pálpitos y en risa mis labios.
Me estira la mano inocente e Inmaculada, igual que un lucero sus rayos en la vista nublada, y me quedo allí, sin hacer nada.
Perfume de mar recorre la escala, mientras mis ojos desbordan alegrías guardadas, mientras la risa en mis labios se hace alborada.
divinas, que siempre esperaba
y el calor del sol que arremetió a la mañana, me despierta imprudente otra vez en mi cama.
ya en mi mente esa niña quedó grabada,
de ver tan de cerca su cara,
y aunque su manos no toqué para siempre en mente estará grabada.
siempre de mis sueños me
olvidaba.